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02 febrero 2013



Capítulo 36: Caminos Separados



Dumbledore se puso en pie con mucho cuidado, aún con una mano puesta en sus caderas.

-          Lucius –ordenó- llama a Fudge, querrá interrogarlo.

Mientras Lucius salía del despacho de Ojochungo llegó el profesor Turno.

-          Genial –murmuró Dumbledore- Tú quédate vigilando a Barty, ahora vendrá Fudge. Yo me llevaré a Zanky a mi despacho. Vamos Zanky, ay mi cadera… déjame que me apoye en ti, bonico.

Dumbledore y Zanky llegaron hasta el despacho del director. Estaba tal cual lo recordaba, las paredes rosas, el pavo real, las plumas rosas por todas partes… Zanky se fijó en el perro salchicha que había en el suelo, era Sirius. No tardó en transformarse en mago.

-          ¡Zankito mío! –gritó dándole un abrazo.

Estaba mucho más delgado que la última vez que lo vio, le costaba incluso mantenerse en pie.

-          Hombre, papi Sirius, ¿qué tal?

-          Pues penando mucho, Zanky –confesó sonándose los mocos de la emoción, estaba llorando-. Apenas me has visitado y llevo todo el curso en Hogsmeade comiendo las sobras del restaurante de Laurerta, los otros perros me miraban mal.

-          Bueno, no será para tanto, a mí hoy me han intentado matar lo menos quince veces –exageró Zanky.

-          ¡Pobrecito mío! Y yo aquí hablando de lo desgraciado que soy, pobrecito, pobrecito –le dio a Zanky unas palmaditas en la espalda y le besó la cabeza- prrrrffff –se sonó los mocos.

Dumbledore, entre tanto, se había quitado los tacones y se había puesto unas pantumflas para estar más cómodo, y se había sentado en su sillón rosa de terciopelo y encajes.

-          Bien, Zanky, cuéntame con todo detalle lo que ha pasado.

Zanky comenzó a narrar, angustiado, cómo Cosita lo había utilizado para hacer una poción con Voldiport. Contó también la llegada de los mortífagos y la cena que se dieron alrededor de la hoguera. Contó la nueva apariencia de Voldiport y cómo se enfrentaron. Contó cómo sus varitas habían reaccionado y cómo aquellos fantasmas lo habían ayudado. Contó cómo Tita se había quedado allí, sola con Fifí, luchando contra tropecientos mortífagos.

-          ¡Ah! Y Voldiport ha podido tocarme. Al garete la protección de mi madre –concluyó Zanky.

-          ¡¡TOMAAAAA!! –gritó Dumbledore casi levantándose de su asiento, con las manos en alto- digo… qué desgracia, qué desgracia…

Los tres se quedaron en silencio. Zanky estaba agotado y traumatizado, Sirius llorando y sonándose los mocos cada dos por tres, y Dumbledore apuntando cosas en su diario.

-          Tururururú –el pavo real acababa de despertarse.

-          Zanky –dijo por fin Dumbledore- lo mismo quieres ir a la enfermería.

-          Pues me vendría bien, sí, me duele todo.

-          Pues vamos. Sirius, ponte en modo chucho.

Dumbledore, Zanky y un perro salchicha salieron del despacho de Dumbledore en dirección a la enfermería, de donde salía mucho barullo.

-          Si no etá aquí ejque ha muerto Jerma, ¡Sanky ha muerto! Tenemo que superarlo, ay que m’he quedao vidua, ayyyyyy.

-          Calla niña, me han dicho que está con Dumbledore –era la voz de Molly, claramente asqueada- y tú, Ron, te he dicho que los bollos de chocolate son para tu novio, ¡suelta ese!

-          Y dale, mamá, ¡que Zanky y yo no somos gays!

-          Cuando lo diga Danta me lo creeré –en ese momento entraban Dumbledore y Zanky por la puerta, todas las miradas se pusieron en el chico- ¡ZANKY! Ay mi Zanky qué mal lo debe haber pasado, muá muá muá muá muá.

-          Molly, suelta al chico –Dumbledore intentaba separar a la señora Weasley, que se había abrazado a Zanky y lo estaba asfixiando-. Ahora necesita descansar, bastante trauma tiene ya con el regreso de Voldiport.

-          ¿¿¿QUE QUÉEEE??? –gritó toda la sala.

-          No pué sé, no pué sé –decía Jana, en murmuros- eto no pué etá pasando, no pué sé…

Jermayoni se había quedado paralizada y Ron no paraba de parpadear, nervioso. Molly hacía todo lo posible por obedecer a Dumbledore y no abrazar más a Zanky, aunque hacía amagos con sus brazos, le costaba contenerse.

-          Me temo que así es –confirmó Dumbledore- pero dejad a Zanky en paz, necesita dormir, ya os contará todo cuando se haya recuperado –Dumbledore miró ansioso los bollos de chocolate de Molly- ¿puedo coger uno?

-          Por supuesto director- confirmó Molly, dando un golpe en la mano de Ron que también quería uno-, Zanky, coge si quie… -pero Zanky ya había echado el guante a cuatro y se los iba comiendo mientras se acostaba en una cama libre.

El perro salchicha se había acostado junto a Zanky en la cama, estaba taaaan a gusto, pero enseguida llegó la enfermera Pomfrey gritando.

-          ¡Perros no, perros no!

-          Tranquila Pomfrey –dijo Dumbledore, sujetando la escoba con la que la enfermera iba a pegar al perro-, es un perro de confianza.

-          Vale, se puede quedar –consintió la enfermera- pero en la cama no, en el suelo. ¡Chucho! Baja de la cómoda cama y duerme en el duro y frío suelo.

El pobre Sirius tuvo que obedecer, lloriqueando.

-          ¿Os vais a quedar aquí todo el rato? Quiero dormir –comentó Zanky.

-          ¡Por supuesto! –afirmó Molly- tú cierra los ojos y duerme, cielo, nosotros nos quedamos por si necesitas algo.

-          Bueno, pues yo me voy –dijo Dumbledore- que me tengo que poner mis cremas. Ay mi cadera…

Con lo agotado y magullado que estaba Zanky no le costó mucho dormirse. Pero al cabo de un rato algo le despertó.

-          ¿¿¿¿¿¿ Y MI ZANKYYYYYYYYYY???????

Se oía perfectamente a Tita Hagrid por los pasillos de Hogwarts, subiendo escaleras, derrapando en esquinas. Pareció incluso que se llevaba a alguien por delante antes de llegar a las puertas de la enfermería donde Zanky se hacía el dormido. Molly salió en su encuentro fuera, en el pasillo.

-          Chst, Tita, silencio, Zanky está durmiendo.

-          ¿CÓMO ESTÁ MI ZANKY? ¡QUIERO VERLO!

-          Que sí Tita, pero baja la voz que vas a despertarlo –repitió Molly.

-          NO PUEDO HABLAR MÁS BAJO, ESTOY MUY NERVIOSA.

Abrieron la puerta de le enfermería y Tita fue corriendo a una cama.

-          ¡AY MI ZANKY QUE ME LO HAN DEJADO TUERTO Y SIN PATA!

-          No Tita –dijo Molly, separándola de la cama-. Este es Ojochungo, que ha estado secuestrado en un baúl.

-          ¿Y MI ZANKYYYY? –repitió Tita.

-          Estoy aquí, pesá –respondió Zanky, desde su cama.

Corriendo, Tita fue a abrazarlo, apartando a Jermayoni, Ron y Jana que estaban a su alrededor. Lo tocó por todas partes, asegurándose de que no le faltaba ninguna parte de su cuerpo.

-          Estoy bien, estoy bien.

-          ¿CÓMO VAS A ESTAR BIEN SI TE HAN MUTILADO Y HUMILLADO DEJÁNDOTE PELÓN? –dijo Tita, gritando, con la cara de espanto.

-          En eso estamos de acuerdo –asintió Jermayoni, preocupada.

-          PERO TÚ TRANQUILO ZANKY, ME HE QUEDADO CON LA CABELLERA DEL MELENAS – Tita meneó una larga melena castaña que llevaba en el cinturón-, A PARTIR DE AHORA LO LLAMARÉ “EL CALVITO”.

Todos se quedaron mirando la melena, impresionados, y Tita comenzó a narrar su aventura contra los mortífagos:

-          PORQUE SE ME HAN DESAPARECIDO, PERO LES HE DADO PAL PELO AL CALVI Y TODOS SUS CACHAS, ESE SE ACUERDA DE MÍ, LE HE DEJADO MI PUÑO GRABADO EN SU MEJILLA –comentaba Tita, orgullosa de sí misma pero frustrada de que se hubieran desaparecido-. AH, TAMBIÉN LE DE DEJADO SIN NARIZ.

Tita se giró hacia el escritorio de la enfermera, que estaba mirándola mal por el escándalo que hacía.

-          SEÑORA POMFREY, AQUÍ TE DEJO A MI FIFÍ, QUE SE HA QUEDADO DESHIDRATADA CON TANTO ESCUPIR A MORTÍFAGOS.

Fifí apareció por la puerta, agotada, con la lengua fuera y los labios resecos, parecía más un camello que una llama.

-          LOS HA DEJADO A TODOS RESBALADIZOS, ESTÁ HECHA UNA MACHOTA.

Más gritos se oyeron desde el pasillo. Al poco llegó el profesor Turno con el ministro de Magia, el señor Fudge.

-          … y no me parece correcto, ¿qué quiere que le diga señor ministro?

-          ¿Dónde está Dumbledore? ¡¡ALBUUUUUUUS!!

-          Chsssssst –les recriminó la enfermera, molesta por tanto jaleo. Era curioso que mandara a callar al mismísimo Ministro y no a Tita Hagrid.

Un leve taconeo llegó también por el pasillo, era Dumbledore, que llegaba con la cara cubierta de una capa de crema blanca. Sólo le faltaban las dos rodajas de pepinos en los ojos. Iba junto al profesor Malfoy, impecable como siempre.

-          ¿Qué pasa? –preguntó- Lucius me estaba dando una capa hidratante.

-          El señor Ministro –respondió Turno, con desprecio- que se ha traído un dementor de guardaespaldas y al ver a Barty lo ha besado antes de decir ni pío.

-          QUÉ TIEEEERNO –comentó Tita.

-          ¡Pero Frudge! –se escandalizó Dumbledore- Esto es serio, ¡¡Voldiport ha vuelto!!

-          No lo llames así –respondió Fudge-, y no ha vuelto, estaba claro que a Barty se le había ido la olla.

-          ¡Zanky lo ha visto todo! ¿Por qué te crees que está así de traumatizado? –Dumbledore intentaba convencer a Fudge de la gravedad del asunto.

-          Zanky es un chico inestable, lo dice Danta Skeeter, seguro que se lo ha imaginado.

-          ¿Y la muerte de Cedric?

-          Un accidente, Dumbledore –Fudge se empeñaba en que todo estaba bien, restándole importancia a lo ocurrido-. Quitando a Zanky nadie razonable ha visto nada.

-          OYE, QUE YO HE LUCHADO CONTRA ÉL, MIRA, SU CABELLERA –saltó Tita, agitando los pelos de Voldiport frente a la cara de Fudge.

-          He dicho nadie razonable –repitió Fudge.

Tita lo miró mal.

-          ¿ME HA DICHO ALGO MALO? –le preguntó a Molly, sin captar el insulto de Fudge.

-          Todo va bien, Albus, ¿qué te apuestas a que no ha vuelto? –dijo Fudge-. No pasa nada.

-          Le puedo decir qué mortífagos acudieron –dijo Zanky- Estaba Severus Snape, Cosita, Rambo…

-          NO, RAMBO SEGURO QUE SE HABÍA PERDIDO… ANGELICO…

-          ¡Que no! –repitió Fudge, cabezón.

-          MIRA QUE TE METO, ¿EH? QUE TE METOOO –Tita se abalanzó contra Fudge, pero entre Molly y Dumbledore consiguieron controlarla.

Dumbledore soltó un suspiro frente a la cabezonería del ministro de magia.

-          Está bien, está bien Fudge. Haz lo que tengas que hacer que yo haré lo que deba hacer, nuestros caminos se separan aquí. ¡Ah! Y una cosita, yo no me fiaría de los dementores, ahora que Voldiport ha vuelto se pondrán de su lado, como la última vez, y los presos de Azkaban…

-          ¡Que no ha vuelto! ¿Quieres apostar? Te apuesto 200 galeones de oro, venga, venga… apuesta.

-          HABLANDO DE GALEONES –dijo Tita- MI ZANKY HA GANADO ¿NO?

-          ¡Cierto!- comentó Fudge, sacando un saco- Toma, tu premio, 1000 galeones… no los cuentes que no he cogido nada. Te íbamos a hacer una ceremonia de premiación y todo ese rollo, pero paso, me habéis puesto de mala leche, ¡todos decís que el-que-da-yuyu-nombrarlo ha vuelto pero ninguno quiere apostar!

Y dicho eso Fudge se fue de la enfermería, de muy mal humor. Acto seguido Dumbledore cerró las puertas.

-          Reunión secreta –dijo Dumbledore, y todos los presentes se emocionaron- Tita, me alegro de que estés bien, ¿en qué estado has visto a Voldiport?

-          ¿AL CALVI? UN POCO DEFORME, Y MÁS QUE LO HE DEJADO YO, ME HE ASEGURADO DE QUE ESTÉ UNA SEMANA CON LA CARA HINCHADA. ASÍ QUE TENEMOS UNA SEMANA DE PLAZO HASTA QUE SE ATREVA DAR LA CARA, DUMBLEDORE- respondió Tita, dando un puñetazo contra la mesita de noche.

-          Perfecto, a ver…

-          VOY A BUSCAR LAS PÁGINAS AMARILLAS A VER DÓNDE QUEDA SU CASA Y ALLÍ QUE ME PRESENTO EN UNA HORA. NO TE PREOCUPES ZANKY –Tita dio un silbido- FIFÍ, VAMOS, YA BEBERÁS AGUA POR EL CAMINO, VAMOS A CA VOLDI.

-          Tita, por favor, escúchame –dijo Dumbledore, intentando inútilmente tranquilizar a la gala.

-          USTED QUÉDESE AQUÍ, ALBUS, YA ME APAÑO YO CON FIFÍ. SIÉNTESE, SIÉNTESE.

-          Tita, por favor, relajate, deja los pelos de la señorita Granger.

-          UI, PERDONA QUERIDA, NO ME HE DADO CUENTA, ES QUE ESTOY TAN NERVIOSA… -Tita se fijó en cómo había dejado el pelo de Jermayoni- OI, QUÉ DESTROZO TE HE HECHO EN LAS EXTENSIONES, DEJA, YO TE LO COSO.

-          Tita –repitió Dumbledore ahora apuntándola con la varita sutilmente- relájate, ¡por Merlín!

-          SÍ, SÍ, YA ME CALLO… QUE YO ME CALLO Y NO HABLO VAMOS… QUE NO DIGO NADA, ALBUS… QUE NO VUELVO A HABLAR… QUE VAMOS QUE YO SOY UNA TUMBA… QUE NO HABLO HASTA QUE ME DES PERMISO… QUE NI PÍO ¿EH? NI PÍO… QUE ME HECHO LA CREMALLERA, MIRA –Tita hizo el gesto de cerrarse la boca como si fuera una cremallera y lanzar la llave lejos.

-          Muy bien, Tita –agradeció Dumbledore-, y ahora…

-          AY ALBUS ES QUE ESTOY MUY NERVIOSAAAA –explotó Tita, hiperactiva- ¿¿¿QUÉ HACEMOS AQUÍ PLANTADOS???

El profesor Turno se acercó a Tita despacio y precavido.

-          Tita, ¿quieres una tila para tranquilizarte?

-          NI TILAS NI LECHES.

Dumbledore agitó la varita contra Tita y pronunció por lo bajini “Mute”. Tita hablaba, pero ningún sonido salía de su boca. Aquello la dejó medio confusa, se asustó, pensó que se había quedado sorda.

-          Bien, ahora que parece que Tita está más calmada tenemos que…

Dumbledore se vio de nuevo interrumpido por Tita, que tenía a Jermayoni agarrada del cuello y estaba escribiendo rápidamente en la pared de la enfermería con un pintalabios del bolso de Jermayoni


“O me devolveis la voz o sus dejo a tos hinchaos de por vida de la de guantás que os voy a meter en la cara, FASCISTAAAAAAAAAAAAAAAS.  Tengo una rehén!!!! Tengo a Jerma!!! mirad que la estrangulo si no me dejáis hablar!!”
  

Dumbledore, con la varita temblorosa, apuntó a Tita Hagrid y lanzó un hechizo. En  principio no parecía funcionar, hasta había recuperado la voz (soltando así a Jermayoni), pero todos se dieron cuenta de que no era un hechizo relajante, sino un hechizo desmemorizador.

-          ¡Por todas las Magimixes, Zanky! –exclamó- ¿quién te ha dejado pelón?

-          Tita –cortó Dumbledore- te he hecho un hechizo desmemorizante, muy poderoso… de hecho, a una persona normal se le habría olvidado incluso hablar… pero como eres gala el efecto es muy leve, irás recordando las cosas poco a poco.

-          Ah, vale, me había preocupado… ¿PERO QUIÉN LE HA DEJADO PELÓN? ¿Has sido tú, Jana?

-          No po Dio, jamá se m’ocurriría hacerle eso a mi Sanquita.

-          Tranquila Tita –dijo Molly, sentándola en una silla- luego te lo cuento todo.

-          Pero mi Zanky ha ganado el Torneo ¿verdad?

-          Sí.

Y así, Tita se sintió más calmada. Aunque continuaba mirando raro a todo el mundo, parecía que quería acordarse de algo, pero le costaba.

-          Ya habéis visto que el Ministro no está por la labor de hacer nada con todo este asunto –dijo Dumbledore, preocupado-. Así que necesitaremos cuantos más apoyos mejor.

-          Cuenta conmigo, Albus –dijo Tita, sin saber de qué hablaba el director.

-          Faltaría más Tita… ¿Y tú Molly? ¿Puedo contar contigo y con Arthur?

-          Sí sí, sí, sí, sí, por supuestísimo Dumbledore, conmigo, con Arthur, con Bill, con toda la familia, hasta con el periquito de Ron.

-          Bueno, pero tendrás que preguntárselo a Arthur, él trabaja en el Ministerio y a lo mejor no le parece bien que…

-          Que sí, que sí, Albus –confirmó Molly- que estamos contigo, ¿dónde hay que firmar?

Albus agradeció el apoyo de los Weasley y de Tita, y daba por seguro que también contaba con el apoyo de Lucius y Turno.

-          Entonces… comencemos con la resistencia. Turno –y dirigió su mirada miope al jefe de Hufflepuff- Mañana habrá reunión de profesores, avisa a la señora Madame Maxime, tiene que ayudar a Tita con una cosa.

-          ¿Qué cosa? –preguntó Tita, saltando como un resorte- Aaaah, ya entiendo… -e intentó guiñarle un ojo a Dumbledore, de complicidad- Usted quiere que… -hizo un gesto con un dedo sobre el cuello.

-          No, Tita, luego te cuento.

-          Me tenéis que contar muchas cosas ¿eh? Me vais a saturar de cotilleos.

Turno salió de la enfermería para avisar a los profesores y a Madame Maxime, siguiendo las instrucciones del director. Los que quedaron en la sala lo miraron mientras se dirigía al perro salchicha y le acariciaba el lomo.

-          Ahora os pido un poco de calma. Sirius, ponte en modo mago.

El perro salchicha poco a poco se transformó en un humano, en Sirius Black, estaba acobardado y con los ojos llorosos y la nariz moqueando.

-          Sniiif, hola a todos –dijo, con su acento más lastimero.

En apenas unas décimas de segundo Molly se había lanzado a por él, golpeándolo con una bandeja como una loca. Tita, por inercia, se lanzó tras ella para golpear a Sirius.

-          ¿Pero quién es, Molly? ¿A quién pegamos?

-          ¡No, por favor, ay, ay, ay qué dolor, ay! –gritaba Sirius mientras trataba de esconderse bajo la cama de Zanky.

-          ¡Sal de ahí, desconocido! –gritaba Tita- Te aprovechas que estoy mal del lumbago y no puedo agacharme, sal, ¡¡cobarde!!

-          ¡Es Sirius Black! –exclamó Molly.

-          ¿Quién? –preguntó Tita.

-          ¡El que traicionó a los Potter y por su culpa los mataron, y el que se quiere cargar a Zanky!

-          Oyoyoyoyoyoyoyoi, Fifí, código Lila Chillón, repito, ¡¡¡¡código Lila Chillón!!!!

Fifí, que estaba bebiendo agua en una camilla próxima, no pudo levantarse, pero desde allí lanzó un chorro de agua a Ron, que gritó de lo fría que estaba.

-          ¡Parad, paraaad! –exclamó Dumbledore, separando a las dos mujeres con pelos de loca- Confiad en mí, ahora estamos en el mismo bando.

Tita y Molly se separaron despacio de Sirius, aún desconfiando y mirándolo mal. Sirius, por su parte, estaba tan acobardado que no se atrevió a salir de debajo de la cama de Zanky.

-          Sirius, cielo –dijo Dumbledore, mirando debajo de la cama-, puedes salir.

-          No, no, estoy bien aquí –respondió, sonándose los mocos.

-          Me niego a tener nada que ver con semejante terrorista de la moda –soltó el profesor Malfoy, como si fuera un escupitajo.

Dumbledore sacó a Sirius por el otro lado de la cama y lo puso en pie frente a Lucius.

-          Venga, tenéis que hacer las paces.

-          Ni hablar –Lucius giró la cabeza, ofendido.

-          Yo prefiero que no, sniff prrrrffff.

-          El señor tenebroso ha vuelto y ahora tenemos que estar unidos –razonó Dumbledore- quiero que hagáis las paces, sino no os incluyo en mi club selecto.

Todos en la sala sabían lo importante que era el club selecto de Dumbledore, sus fiestas eran míticas.

-          Está bien –dijo Lucius, estirando la mano pero sin mirar a Sirius a la cara.

Sirius estrechó la mano de Lucius, sin mucha fuerza, y enseguida las separaron.

-          Venga, ahora un besito.

-          ¿Qué? –respondieron Sirius y Lucius al unísono.

-          ¡He dicho que os deis un besito!

Ninguno de los quería hacerlo, pero sucumbieron a la presión, acercaron sus cabezas y se dieron un fugaz beso en las mejillas.

-          Muy bien, venga, ahora un abracito.

Hartos, los hombres siguieron la corriente a Dumbledore y se dieron un abrazo ante todos los presentes. Jana y Jermayoni echaban risitas.

-          Y ahora acariciaros la espalda hasta llegar al culete y… -todos lo miraron raro- Está bien… está bien, así vale… sois unos sosos, ¡sosos!

Todos se sentaron alrededor de la cama de Zanky. Había una mosca cojonera que no paraba de dar vueltas entre los asistentes. Dumbledore tomó la palabra.

-          Sirius, quiero que vayas con Lupino, informad a la gente de lo que ha pasado, necesitamos cuantos más apoyos mejor.

Sirius dio un beso en la cabeza a Zanky, bajo la amenazante mirada de Tita y Molly, y se transformó en perro salchicha. Lucius tuvo que abrirle la puerta de la enfermería para que saliera.

-          Tita… no te va a gustar, pero quiero que hagas un pequeño viaje en misión diplomática.

-          ¿Y por qué no me iba a gustar? –preguntó Tita- si yo soy muy diplomática.

-          Ya te contaré los detalles… -y Albus se giró hacia el profesor Malfoy- Lucius, vámonos, que se me está secando la crema y me tira la piel. Quiero también que me diseñes un traje de guerra.

-          ¿Y yo qué hago? –preguntó Molly.

-          Tú de momento dale una poción crecepelo a Zanky y cuida de los niños.

Dumbledore y Lucius salieron de la enfermería. Tita estaba harta de la mosca cojonera y le dio un manotazo que la tiró al suelo. Jermayoni parecía acabar de darse cuenta de algo. Con un vaso, atrapó a la mosca cojonera y salió corriendo de la sala.

-          Esta chica es muy rara… -murmuró Tita- colecciona moscas.

-          Venga Zanky –dijo Molly, con una poción en las manos- tómate esto, para que te crezca el pelo.

-          Sí Gervasio –dijo Ron, en voz baja a su amigo invisible- yo también tengo hambre.

-          Y yo, colorao, y yo… -Jana lanzó una mirada descarada a los bollos de chocolate de la señora Weasley, pero les había prohibido tocarlos.

-          ¿Tenéis hambre? –dijo Tita, abriendo su bandolera y sacó un tuper- Tomad, unos choricillos asados que me he encontrado en el cementerio, me daba cosa dejarlos allí desperdiciados.

La señora Weasley se acercó a Zanky, rozando el saco de galeones que Fudge le había dado como premio por ser el campeón de los Pringaos. Zanky se tomó la poción, estaba asquerosa así que enseguida se metió en la boca un bollo de chocolate.

-          Intenta dormir, Zanky, piensa en todo lo que te puedes comprar con el dinero del torneo.

-          Uff… sí, me voy a comprar magdalenas extragrandes en cantidades industriales. Y palmeritas de chocolate, alfajores, tortitas, golosinas…

Y así, pensando en cosas dulces, Zanky se quedó profundamente dormido mientras Molly y Tita tomaban nota de todo lo que iban a prepararle a Zanky cuando se despertara.
  

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