- Inicio »
- 4. El Torneo de los 3 Pringaos »
-
El Torneo de los 3 Pringaos [cap. 33]
08 enero 2013
Capítulo 33: Los
Mortífagos
Voldiport se miró de arriba abajo, se palpó el cuerpo y la
cara. No tardó en notar que algo no estaba bien.
-
¿Pero qué ha pasado? Cosita, ¿estás seguro de
que has seguido las instrucciones al pie de la letra?
Cosita estaba tras él, intentando ocultar su brazo entre la
ropa.
-¡COSITA! No te has cortado el brazo. ¡ME HAS DEJADO
DEFORME! Por suerte esto lo puedo arreglar con algunas pociones… pero me
llevará tiempo. En cuanto a ti, Cosita… te voy a tener planchando túnicas el resto
de tu vida.
-
Pero señor… -suplicó Cosita- yo te he ayudado a
volver.
-
Ya nene, pero es que eres más útil de chacha –y
Voldiport zanjó así el tema, caminando de forma muy cómica, balanceándose sobre
su pierna corta y arrastrando su brazo largo.
Zanky se aguantaba la risa al ver caminar así a Voldiport,
mejor que se olvidaran de él.
-
Cosita, tu brazo –reclamó Voldiport, con su
varita en una mano.
Cosita apartó su manga y dejó ver una marca que Zanky
conocía, era la marca vomitosa, la marca de los mortífagos, con su dibujo de
cabeza de mantis rosada. Voldiport la tocó con la varita y ésta se iluminó un
poco, pero enseguida se apagó.
-
Vaya, aquí no hay cobertura. Ven Cosita, a ver
si más hacia allá…
Cosita y Voldiport se alejaron unos metros y volvieron a
intentar iluminar la marca vomitosa sin resultado.
-
Qué asco de cementerio, no tiene cobertura. Ven,
vamos a ver si más cerca de la iglesia…
Los dos se recorrieron el cementerio buscando algún punto
con suficiente cobertura como para hacer que la marca se iluminara, mientras
Zanky se partía de risa, a pesar de que la cicatriz de su frente seguía
doliendole.
-
Aquí, aquí Cosita, no te muevas –Cosita y
Voldiport estaban encima de una de las esculturas de piedra más altas,
manteniendo el equilibro mientras Voldiport tocaba con su varita la marca de
Cosita y ésta se iluminó lo suficiente.
Después bajaron de aquella escultura y Voldiport se acercó a
Zanky, con su gracioso balanceo, haciéndose el malo.
-
Mira qué cosas –dijo- estás sobre los restos de
mi difunto padre muggle, aquel que abandonó a mi madre. Me crié en un orfanato,
pero los demás niños eran malos conmigo ¡se comían mi postre! Y luego… ¿te
estás riendo de mí, mocoso?
Zanky intentaba aguantarse una carcajada, casi lloraba cuando
respondió:
-
No… no, si me das mucho miedo.
-
¡Se está riendo, señor amo! –protestó Cosita.
-
Ya me he dado cuenta, Cosita. Qué poca vergüenza
esta juventud… no respeta ni a los malos malísimos…
En ese momento comenzaron a aparecer una serie de sombras en
el cementerio, como fantasmas que se fueron haciendo cada vez más corpóreos. Se
acercaron y formaron un círculo alrededor de Voldiport, eran varias decenas y
todos iban con túnicas negras y paquetes envueltos en papel de regalo. Eran los
mortífagos.
-
Al fin llegáis, gentuza –dijo Voldiport
cruzándose de brazos, lo cual hacía que Zanky tuviera que controlarse aún más
para aguantar la risa. Y parecía que los mortífagos también se estaban riendo
por dentro.
Voldiport se puso muy serio y miró uno a uno a sus vasallos,
fijándose en especial en los huecos que faltaban para completar el círculo.
-
Parece que alguno de vosotros no ha venido esta
noche, espero que no tuvieran la marca vomitosa apagada… Estoy muy decepcionado
con vosotros, pero mucho mucho mucho ¿eh? ¿Qué pasa? ¿Qué pensabais que
Dumbledore había ganado y que era más poderoso que yo?
Los mortífagos negaron con la cabeza, inclinándose ante su
líder, algunos no pudieron aguantar la risa y soltaron una carcajada que intentaban
ocultar con tos.
-
Mi señor, ese se ha reído de usted –se chivó
Cosita.
- ¡¡Crucio!! – de la varita de Voldiport apareció un
rayo verde que fue a estrellarse contra el pecho de uno de los hombres, que
cayó al suelo dolorido y gritando.
Los demás mortífagos permanecieron impasibles.
-
Voy a pasar lista –dijo Voldiport, y Cosita le
dio un pergamino y una pluma –, Reinold el Malote.
Uno de los mortífagos se puso en pie y se acercó a Voldiport
entregándole un regalo.
-
¿Para mí? Oh, qué amable, déjame ver…
Voldiport abrió el paquete ansioso, era una funda de oro
para su varita con su nombre bordado en plata y algunas esmeraldas diminutas
que iluminaban la funda con su brillo.
-
Muy bonito, gracias Reinold, puedes volver a tu
sitio.
El mortífago le besó la mano de 3 dedos a Voldiport y se
retiró a su lugar.
-
Bert el Tripas –continuó nombrando.
Un hombre con barriga se levantó con un regalo y se lo
entregó a Voldiport, que lo abrió desesperadamente.
-
¿Un cinturón de cuero? Qué porquería de regalo.
¡CRUCIO! –Voldiport lanzó la maldición sobre el mortígafo- esto se lo regalas a
tu abuelo, a mí cosas chulas, ¿está claro?
-
Sí, sí, mi señor…
El siguiente de la lista era un hombre con el pelo graso y
una túnica hecha polvo: Severus Snape.
-
Mi señor, no he podido traerle ningún regalo,
estamos a fin de mes pero… tenga, le he robado unas golosinas, espero que sean
de su agrado.
-
¡Oh! Golosinas… me gustan… -dijo, metiéndose un
puñado en la boca- Severus, te veo muy desmejorado, se ve que te ha afectado
mucho mi ausencia…
-
Sí mi señor, mucho, llevo 11 años de psicólogos.
-
Pobrecito, pobrecito –dijo Voldiport,
acariciándole el pelo- anda, péinate y ya te recompensaré.
El siguiente mortífago era un canguro, Zanky lo reconoció
enseguida, era Rambo, la mascota de Cascao. Le regaló a su señor un escalextric
y Voldiport casi grita de alegría.
Tras la tanda de regalos, el señor de los mortífagos los
amontonó junto a él. Parecía que estaba de mejor humor.
-
Lástima que falten algunos de mis más fieles
siervos. Los Lestrange por ejemplo, pero están en Azkaban. Los sacaremos de
allí. Me gustaban sus regalos… En cuanto al resto de mortífagos que no han
venido… habrá que eliminarlos o algo. Cosita, apunta: Matar a mortífagos
traidores.
-
¿Lo anoto antes o después de la visita a
DisneyLandia, mi señor?
-
Mmm… después – dijo- Y ahora poneos todos
alrededor de la hoguera, voy a contaros la historia de mi regreso. Cosita, saca
los choricillos y hacemos una torrada.
Todos los mortífagos se sentaron alrededor de una gran
hoguera donde se comenzaron a asar unos chorizos y morcillas. Voldiport estaba
emocionado por contar su historia y los mortífagos ansiosos por escucharla.
-
Pues estaba yo celebrando Halloween como
cualquier otro año, iba a visitar a los Potter para darles un sustito y de paso
ver si me daban unas gominolas, vamos, lo normal, ¿cómo iba a imaginar que se
lo iban a tomar tan mal? Tuve que aniquilarlos, qué gente más antipática… no
tenían chuches. Pero ocurrió algo con lo que no contaba. Iba a cargarme al
pequeñajo Zanky Potter cuando la maldición rebotó y me dio a mí. Eso fue culpa
de la madre, que era una mala bicha, magia muy antigua usó, se sacrificó por el
chico, protegiéndolo de mí y claro, luego el malo soy yo… -algunos mortífagos
bufaron y se indignaron con los Potter- Al recibir la maldición no morí, porque
soy una buena persona, pero me convertí en algo menos que un espíritu, algo así
como un pedo. Me fui lejos de allí, llorando desconsolado por lo mal que me
habían tratado, hasta llegar a un lejano bosque esperando que alguno de
vosotros, so mala gente, viniera a buscarme y ayudarme. Sobreviví poseyendo a
algunos animales, pero son unos enclenques, mueren enseguida. Nadie vino en mi
busca hasta hace cuatro años. Encontré a Quirrell, a quien poseí amablemente y
con él vine a Hogwarts en busca del plato de Xena, que podía ayudarme a
recuperar mi poder. Pero salió mal y cuando Quirrell murió salí corriendo,
amenazado por una cruel gala que me insultó, y volví convertido en pedo al
bosque, esperando de nuevo ayuda.
Varios mortífagos estaban comenzando a lagrimear de tristeza
por la historia de su señor, pero Voldiport continuó con su relato mientras
comían chorizo con pan.
-
Fue el año pasado cuando Cosita me encontró. Dio
conmigo gracias a los roedores, transformado en tejoncito. Como me daba asquete
poseerlo le di instrucciones como a un esclavo, y así conseguí secuestrar y
torturar a Berta, trabajadora del Ministerio que estaba al tanto del Torneo de
los 3 Pringaos, y conseguí sacarle información. Gracias a eso y a un fiel
vasallo que tengo en Hogwarts estoy hoy aquí, con todo mi esplendor, aunque aún
tengo que hacerle algunos arreglillos a mi cuerpo –dijo, lanzando una mirada de
reproche a Cosita.
Cuando terminaron de cenar, tranquilamente, se pusieron en
pie, y siguieron a Voldiport, cojeando, hasta cerca de donde Zanky estaba
atado, ya dormido.
-
¡Eh! –gritó Voldiport- ¡Despierta! Será posible…
no le dejan a uno ser malo como es debido…
-
Es que me aburro –dijo Zanky-, no me habéis dado
ni chorizos, tengo hambre.
-
¡Calla! Ahora voy a demostrar ante mis esclavos
quién es más poderoso, si tú o yo, y voy a demostrar que lo que pasó aquella
trágica noche fue un accidente puntual, una pequeña mancha en mi currículum de
malo maloso. ¡CRUCIO!
Zanky se retorció de dolor, aquello le acabó de despertar.
-
¡Se lo voy a decir a Tita!
-
¡No me seas chivato! –dijo Voldiport, mirando
alrededor claramente atemorizado ante la posible presencia de Tita- lo que pase
en este cementerio se queda en este cementerio ¿entendido?
-
Sí hombre, como que Tita se va a creer que no ha
pasado nada… es muy cotilla.
-
¿Pero no está por aquí, no? Estamos muy lejos del
castillo. – Voldiport estaba alerta, con la varita preparada.
-
No subestimes el poder de una gala con mala uva
y con su cachorrito en peligro…
-
¡Ya está bien! –gritó Voldiport, enfadado- Vamos
a acabar con esto. Ya no tienes protección contra mí, ¡mira!
Voldiport se aupó en los hombros de Cosita para llegar a la
frente de Zanky. Le tocó con uno de sus deformes dedos en la cicatriz y Zanky
sintió que le ardía toda la cabeza, no pudo evitar un grito.
-
Chsssst, no grites tanto –le dijo Voldiport- Y
ahora te soltaré para enfrentarme a ti. Te voy a matar, Zanky Potter, pero no
se lo digas a Tita.
Publicar un comentario